John John

Estas fotografías, que forman parte del proyecto On the Inside del fotógrafo ferrolano Eloy Taboada, se tomaron hace ahora más o menos 15 años en 2009. Desde entonces, muchas cosas han pasado en nuestras vidas, también en la de John John. Entonces tenía solo 16 años. En este tiempo ha ganado 3 veces el Título Mundial (el último ayer), la Triple Corona en varias ocasiones, el “Eddie Aikau”… Se ha lesionado gravemente. Ha creado su propia marca, Florence Machine, y una productora de vídeos. Se ha casado y ha tenido un hijo.

En los contenidos extra de On the Inside acompañamos a las imágenes del siguiente texto. Entonces nos pareció el complemento perfecto a sus retratos. Ahora también.

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Puedes acceder al texto original en inglés pulsando AQUÍ.

On the Inside continúa disponible en la tienda de nuestra web.

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Cuando me preguntan sobre las cosas que me inspiraron o influyeron cuando era niño, generalmente hablo de la North Shore, en Oahu. Pero la verdad es que mi madre fue mi mayor influencia. Cuando era niño, siempre estaba en el agua cuando podía. Y hoy hace lo mismo. Si no está trabajando, la encontrarás surfeando o en el skatepark. Le encanta patinar casi tanto como surfear.

Con ocho años, las olas muchas veces me parecían grandes ... y me daba miedo entrar al agua. Pero mi madre nunca me presionó. Sólo me miraba, se encogía de hombros y me decía: "Está bien, yo entro”. Era como ... O.K., adiós. Y yo la miraba en plan, “¡espera! ... ¿qué? ¿te vas al agua?” Estoy hablando de Pipeline, la ola que rompe delante de nuestra casa. En Pipe hay olas realmente grandes en invierno. Y allí estaba mi madre, dispuesta a entrar al agua con su longboard. Podía no haberla seguido, pero, ¿qué iba a hacer?… ¿quedarme sentado en la playa y ver como cogía olas? ¡De ninguna manera! Así que la seguía. Cada vez que entraba al agua con ella, me divertía mucho. Ha sido mi inspiración más importante, y la responsable de mi amor por la North Shore.

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Este invierno, después de terminar el circuito y ganar el título mundial, pensé mucho sobre lo que ha significado para mí crecer aquí ... y lo bueno qué es sentir que pertenezco a este lugar. Me encanta casi todo lo que eso supone, pero hay dos cosas que explican realmente de dónde vengo:

La primera es que el Océano lo significa todo. Mi vida ha girado en torno al Océano desde que era pequeño, y es así para todo el mundo en esta comunidad. Vivir en la North Shore es como hacerlo en una ciudad pequeña. Todo el mundo se conoce, y todo el mundo tiene relación con el Océano de alguna u otra manera. Es por tanto inevitable que ese amor esté dentro de ti si creces aquí. Ya sea pescando, surfeando, haciendo bodysurf …, siempre hay algo divertido que hacer en el Océano. El Océano es el elemento común y central para todos los que vivimos aquí.

La segunda es que aquí todos cuidamos los unos de los otros. Es como una gran familia. En Hawái creces aprendiendo a respetar a tus mayores y a las personas que te rodean. Los niños respetan a los adultos y los adultos siempre se preocupan por los niños. Especialmente en el agua. Y eso fue muy importante para mí, porque comencé a surfear en Pipe cuando era muy joven.

Gracias al sentido de comunidad que existe en la North Shore, siempre supe que los mayores cuidaban de mí cuando estaba en el agua. Era una sensación realmente genial. Los surfistas más experimentados me controlaban todo el tiempo y se aseguraban de que todo fuese bien. Una vez en Pipe, cuando tenía aproximadamente 12 años, recuerdo que las condiciones se comenzaron a poner interesantes, con olas muy grandes. Estaba en el canal, y de la nada apareció Nathan Fletcher. Pasó remando y me dijo: "¡Oye, John! ¿Estás bien?”. Probablemente pensó que estaría muerto de miedo. Pero yo estaba allí, tranquilo, ¿sabes? Le respondí, "Sí ... estoy bien". Para mí fue como si nos cruzáramos en el pasillo del supermercado. Y luego, justo después de decirme eso, se hizo uno de los tubos más grandes que he visto en mi vida ... justo en frente de mí.

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Vivir en la playa, y estar cerca del mar, fue una manera increíble de crecer. Mis hermanos y yo fuimos muy afortunados. No puedo imaginar una infancia mejor.

Mi madre siempre nos animaba a explorar e interactuar con nuestro entorno. Nos enseñó a apreciar el Océano y a reconocer cuán importante es el entorno natural en donde vivimos. Es algo que se me ha quedado grabado.

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Desde que tengo memoria, recuerdo poner el despertador para levantarme de la cama y disfrutar de la primera luz del día en la playa. Al amanecer, todo es sorprendente y bello: la forma en cómo el sol sale entre las montañas, o cómo las nubes se iluminan de color rosa. Siempre lo he disfrutado, y mi amor por esos momentos se remonta a cuando era pequeño. A los días de la “patrulla del amanecer”.

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Cuando era pequeño, mis hermanos y mis amigos siempre nos juntábamos y hacíamos planes. La “patrulla del amanecer” era nuestro favorito. Básicamente consistía en levantarse muy temprano para ir a la playa, y llegar antes que nadie. Para nosotros era lo más emocionante del mundo. Nos reuníamos la tarde anterior y lo planeábamos como si fuese una misión secreta. Realmente nos emocionábamos con todo aquello. Era como, OK, mañana por la mañana ... hagámoslo. ¡Patrulla del amanecer! Era una locura. Nos despertábamos en la oscuridad y salíamos corriendo de casa en plan súper silencioso, como si fuese algo secreto que nadie más pudiera conocer. Luego veíamos salir el sol y surfeábamos con las primeras luces. Solo estábamos nosotros en el agua. Esas pequeñas aventuras fueron muy emocionantes…

Lo peor era cuando nos dábamos cuenta de que teníamos que irnos. "¡Hay que irse al colegio!" Intentábamos estirar un poco más el tiempo: “¡No… una ola más! ¡Cojamos una más! " Cuando ya no podíamos retrasarlo más, nos poníamos las camisetas, cogíamos las mochilas y cruzábamos la calle corriendo descalzos hacia la escuela (nuestros profesores siempre aceptaron aquello).

Cuando salíamos de clase, hacíamos lo contrario: corríamos a casa descalzos e íbamos directamente a la playa. No importaba si las olas eran grandes o pequeñas, lo hacíamos casi todos los días. Hacíamos bodysurf en la orilla, o bodyboard, o lo que sea, y soñábamos con algún día surfear en Pipeline.

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Mucha gente cree que el surf fue algo fácil para mí. Pero no fue así. Empecé a competir cuando era muy pequeño. Cuando empiezas lo normal es perder una y otra vez. Al principio lo llevaba bien. Me encantaba viajar a otras islas para competir en pequeños campeonatos Fue así como conocí a muchos de mis amigos. Era una forma divertida de pasar los fines de semana.

Pero cuando decidí competir en el QS para lograr una plaza en el CT, la parte de las derrotas se volvió ... menos divertida. Seguí perdiendo, perdiendo y perdiendo. No estuve ni tan siquiera cerca de clasificarme. Pasaba una manga y después volvía a perder. Y fue así durante dos o tres años. Pensé en dejarlo y dedicarme a otra cosa. ¿Realmente quiero seguir haciendo esto? Pensé que quizás sería más divertido ir en una dirección diferente. Era demasiado joven. Me alegro de haber empezado a competir tan pronto. Pero fue duro.

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Justo cuando estaba planteándome tomar otro camino, me rompí la espalda surfeando en Pipe. Tenía 18 años y fue en una ola normal, como las que había cogido un millón de veces. Pero el océano es impredecible, especialmente en Pipeline ... y por alguna razón, esta ola decidió que, en lugar de permitirme correrla, iba a tirarme y luego golpearme en la espalda. Estuve fuera del agua durante cuatro meses. Pero debido a esa lesión, mi forma de pensar cambió. Cuando me recuperé estaba tan emocionado de volver al agua y surfear de nuevo… En un año me clasifiqué para el Championship Tour. En ese momento me di cuenta de lo que me había estado frenando durante tanto tiempo en los campeonatos. Se trataba de mi enfoque.

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Empecé a ver las competiciones como una oportunidad para aprender sobre mí mismo. Y ahí fue cuando realmente comencé a mejorar. Ahora, por extraño que sea decirlo, casi creo que los campeonatos me son más gratificantes mentalmente que las sesiones de free-surfing.

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Me encantan los desafíos. En una manga tienes que sentirte cuando estás surfeando con otro amigo y no hay nadie más alrededor ..., en competición tienes que lograrlo con unos pocos miles de personas mirando y speakers. He aprendido cómo encontrar ese espacio y sobre mí mismo, y eso ha hecho que los campeonatos sean algo que espero con ansia. Después de eso, todo cambió. Y no solo con el surf. Comencé a aplicar ese estado de ánimo a todo tipo de cosas con las que disfruto, ya sea volar aviones, la fotografía, o aprender todo lo que pueda sobre las plantas nativas de Hawái, leer sobre los orígenes del universo o ... la apicultura. Quiero aprender lo que pueda sobre todo tipo de cosas. Y eso me funciona muy bien ... porque soy una de esas personas que no puede estar sin hacer cosas. Soy el que siempre pregunta ... "¿qué hacemos hoy?"

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Últimamente ha navegado mucho. Hace tres o cuatro años, un amigo nos llevó a mis hermanos y a mí a navegar. Dos días después lo tenía claro: "Tengo que tener un barco". Empecé con uno pequeño, luego otro un poco más grande … Quería poder ir navegando a otras islas, así que compré un monocasco J35 de 35 pies y comencé a aprender realmente a navegar. Ha sido asombroso. Navegué a Kauai, Maui y Lanai con mis hermanos y varios amigos. También a las islas pequeñas. Hawái tiene algunas de las aguas más turbulentas del mundo, y has de lidiar constantemente con cambios en las condiciones meteorológicas, por lo que no te puedes distraer. Y esa es una de las cosas que más me gustan de navegar. Tienes que estar concentrado y alerta. Realmente tu vida se simplifica. No estás preocupado por el teléfono o las redes sociales, ni has de pensar en otras cosas que no sean dónde estoy y qué estoy haciendo. Me encanta.

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Si he de hablar de entretenimientos en los que has de estar completamente concentrado en lo que estás haciendo y no distraerte ... hablemos de la apicultura. He de decir que las abejas son unas pequeñas criaturas muy interesantes, mucho más complejas de lo que pensamos. Hasta hace poco no lo sabía. No soy un experto en apicultura. Ni siquiera me acerco a serlo. Cada vez que abrimos la colmena alguna abeja me pica. Cada vez que abro la colmena pienso: “tal vez esta vez no me pique. Tal vez esta vez sea diferente ..”. como si las abejas me conociesen... y no me picarán. Y entonces….

Las abejas me pican. Sin embargo, todavía me encanta. No estoy tratando de ser un apicultor profesional ni nada de eso, pero es realmente interesante aprender. Algunos amigos saben casi todo sobre las abejas, y nos ayudan con la colmena. Cada vez que la abrimos, comprobamos que todas las abejas estén bien. Aprendo sobre los insectos que queremos se mantengan alejados de las colmenas, de las enfermedades y de cómo tener una colmena saludable. Estoy atento a los escarabajos de las colmenas y a las hormigas. Realmente no sabía lo geniales que eran las abejas.

Acabamos de recoger nuestra primera cosecha de miel hace un par de semanas y fue muy emocionante. Después, pusimos miel a todo. Bebí té con miel, y luego ... tostadas con miel, avena con miel, miel en ... ¡todo!

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Aparte de mucha miel, no puedo decir con certeza lo que traerá el futuro. Todavía estoy relajándome de la temporada pasada. El esfuerzo es tan grande, y estás tan concentrado en cada campeonato, que pierdes la noción del tiempo. Cuando te des cuenta, el año ha terminado y empiezas a pensar en la próxima temporada.

Una cosa que sé con certeza es que, por mucho que las cosas hayan cambiado en los últimos dos años, sigo siendo el mismo. Cuando termina el circuito, me encanta volver a casa, a la North Shore, ver a mis amigos, y disfrutar de todo lo que puedes hacer en este lugar tan especial. Es muy divertido ver a las nuevas generaciones hacer las mismas cosas que yo hacía cuando era joven. Es una locura pensar que ahora soy el adulto que cuida de los niños en el canal de Pipe como hizo Nathan Fletcher conmigo. Ver a los niños corriendo por la calle, desde mi antigua escuela primaria a la playa para hacer castillos de arena o jugar en el agua, es lo mejor. Porque, en realidad, esos niños me recuerdan a mí y a lo divertido que fue crecer en la North Shore. Tenemos tanto en común y tantas experiencias compartidas. Tenemos el mismo amor y respeto por el océano. En muchos sentidos, esos niños son yo. Y puedo decirte con certeza que todavía me siento como si fuera ellos. Solo busco divertirme, pasar tiempo con mis amigos, experimentar cosas nuevas, emprender aventuras y vivir todos los días al máximo.

Me encanta estar en el agua. Y me encanta surfear. Es lo que más me gusta. Surfearía todo el día, todos los días si pudiera. Aun me siento hoy como ese niño que iba de “patrulla al amanecer” y remaba entre los pequeños bancos de arena de Pipe... y creo que eso es muy bueno. Sinceramente, espero sentirme así siempre.

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